Los más grandes terremotos que han azotado a Santiago a lo largo de su historia
Que Chile es un país de catástrofes no hay ninguna duda. Terremotos, tsunamis, inundaciones, aluviones, erupciones, incendios forestales, en fin. Nuestra ubicación en el mapa conspira para que seamos escenario de grandes tragedias, así es nuestra larga y angosta faja de tierra.
Desde su fundación, Santiago ha debido ser reconstruida total y parcialmente por culpa de grandes movimientos telúricos que han dejado la ciudad en el suelo.
Por esto, en BioBioChile recopilamos los sismos más importantes que han azotado o han afectado a la ciudad más grande del país.
Siglo XVI
Pese a que hay sitios web (como Wikipedia) que hablan de un terremoto ocurrido el 11 de septiembre de 1552, sólo 11 años después de la fundación de la ciudad, lo concreto es que según los registros oficiales del Centro Sismológico de la Universidad de Chile el primer terremoto del que se tiene registro en Santiago ocurrió el 17 de marzo de 1575 a las 10 de la mañana.
La magnitud estimada fue de 7,3 en la escala Richter y, tal como reza el texto Sismos y constitución de la Tierra, de Emilio Lorca, el terremoto destruyó parcialmente la capital debido al desplome de murallas y casas. Su epicentro estuvo ubicado muy cerca de donde actualmente se encuentra la Municipalidad de Vitacura.
Esta imagen del Archivo Visual de Santiago muestra cómo se desarrolló la ciudad desde ese año en adelante.
En tanto, el historiador Benjamín Vicuña Mackenna, en su libro Historia crítica y social de la ciudad de Santiago impreso en 1869, habla de que este terremoto es el primero del que han conservado memoria los historiadores.
Siglo XVII
De ahí saltamos a 1647, cuando el 13 de mayo a las 22.30 la tierra se volvió a sacudir y esta vez de manera mucho más fuerte. El sismo tuvo una magnitud estimada de 8,5 en la escala de Richter, según Sismología, con epicentro cerca de la comuna de Licantén, Región del Maule.
El portal Memoria Chilena, de la Biblioteca Nacional, describe este movimiento telúrico como el mayor registrado en las crónicas coloniales, que redujo a escombros a Santiago y que además generó una crisis económica en un país que venía de sufrir graves sequías.
El mismo sitio web cuenta que dicho sismo duró cerca de 15 minutos según los cálculos de la época, lo que provocó una enorme destrucción. Armando de Ramón, en su libro Historia de una sociedad urbana, detalló que por este fenómeno natural murieron 600 personas según el Cabildo de Santiago, aunque la Real Audiencia los hizo subir a mil. Esto equivalía al 15% de la población de la ciudad en el primer caso, y un 25% en el segundo. O sea, murieron un cuarto de los capitalinos.
Este terremoto, conocido como el “Terremoto Magno”, es famoso por iniciar la leyenda del Cristo de Mayo, por lo ocurrido con una imagen de Jesús ubicada en la iglesia San Agustín de la capital. Cuenta el Museo Histórico Nacional que, tras el movimiento, sólo quedó en pie el muro que sostenía al Cristo de la Agonía, cuya corona de espinas se había desplazado a su cuello.
La historia relata que el obispo de la orden, fray Gaspar de Villarroel, intentó sacar la corona, pero justo se produjo una fuerte réplica. Después, intentó nuevamente reubicar la corona, pero no hubo caso, se produjo otro temblor. Desde ahí que no se ha vuelto intentar sacar la corona.
Al año siguiente el obispo ordenó organizar una procesión por la capital para pasear la imagen todos los 13 de mayo, con el fin de honrar el milagro del Cristo. No hay que olvidar que dicha figura también está ligada a varias historias no confirmadas que tienen como protagonista a Catalina de los Ríos y Lisperguer, la famosa Quintrala, de quien se dice fue su propietaria.
Cristo de Mayo | Kallme en Wikimedia Commons (CC)
Siglo XVIII
La furia de la Tierra nuevamente se haría sentir con fuerza en la zona central, cuando el 8 de julio de 1730, pleno invierno y a las 4.45 de la madrugada, ocurrió un sismo que tuvo una magnitud estimada de 8,7 y con epicentro en Valparaíso muy cerca del mar.
El terremoto, que provocó un tsunami destructivo y mayor en la costa, causó estragos en Santiago. Según el ya citado texto de Lorca, ese día hubo tres sismos potentes. Uno ocurrió a las 1 de la madrugada, el mayor a las 4.45 y el último a las 12.30, los que nuevamente destruyeron Santiago. Los muertos ascendieron a 3 mil.
Para 1764, 34 años después, la ciudad lucía así.
Siglo XIX
Según los datos del Centro Sismológico de la Universidad de Chile, en el mismo lugar del epicentro del terremoto de 1730, el 19 de noviembre de 1822, a las 22.30 horas, un sismo volvió a sacudir la zona central, provocando un tsunami moderado.
Esta vez, la magnitud estimada del movimiento telúrico fue de 8,5 en la escala de Richter. Según Alfredo Palacios en su tesis Los terremotos, arquitectos por excelencia, en la capital los daños fueron mínimos y sólo de tipo material, ya que no se contabilizaron muertos ni personas con daños de consideración.
No pasó mucho tiempo para que los santiaguinos otra vez vivieran los embates de la naturaleza. Fue la madrugada del 6 de diciembre de 1850, a las 6.52 AM, cuando un terremoto estimado en magnitud 7,3 despertó a la ciudad. Su epicentro estuvo ubicado en la cordillera, muy cerca del límite de la Región Metropolitana con la Región de O’Higgins.
El texto Historia sísmica de los Andes meridionales al sur del paralelo XVI, escrito por Fernando de Montessus de Ballore, habla de que este sismo sólo se consideró como un “temblor muy recio”, pero no alcanzó a tener características de terremoto.
Siglo XX
Ya en el siglo pasado, un sismo magnitud 8,2 ocurrido el 16 de agosto de 1906 a las 19.48 con epicentro en el mar, frente a Valparaíso, sacudió nuevamente a la Región Metropolitana.
El portal Santiago Cultura, de la Municipalidad de Santiago, recoge el extracto de cómo El Mercurio relató el temblor en la capital: “El terremoto se produjo de una manera violenta desde su iniciación y llevó al ánimo de los cuatrocientos mil pobladores de Santiago un pánico indescriptible y un terror sin precedentes en los últimos años. Los edificios de dos o tres pisos, aun los más sólidos como el Congreso Nacional, se balanceaban como un buque en alta mar. Los sacudimientos eran tan fuertes que muchas personas creían que la tierra se iba a abrir en hondos y largos surcos”.
Por causa de este sismo, el presidente Pedro Montt acogió la propuesta realizada por el entonces rector de la Universidad de Chile, Valentín Letelier, de crear el Servicio Sismológico Nacional, nacido el 1 de mayo de 1908. La primera estación se instaló en el cerro Santa Lucía en el mismo año, para luego ubicar otras 29 estaciones a lo largo del país.
De esta forma, la sismología se empezó a desarrollar como una disciplina científica y así dejar de depender de conjeturas nacidas de análisis de conjunciones planetarias u otros fenómenos en cielo, contó Santiago Cultura.
Al año del terremoto, en 1906, Santiago ya lucía así.
Archivo Visual de Santiago
Promediando el siglo, específicamente el 4 de septiembre de 1958, en la zona del Cajón del Maipo se produjeron tres fuertes sismos de magnitud 6,9, 6,8 y 6,7 en la escala de Richter, según el documento Sismicidad regional.
El Mercurio en internet sostiene que dichos movimientos afectaron a las localidades de Las Melosas, San Alfonso, San Gabriel, Los Queltehues y El Volcán, generando además daños en caminos y en plantas hidroeléctricas, lo que interrumpió el servicio de electricidad.
33 años después, el 3 de marzo de 1985 a las 19.46 se dejó sentir un sismo magnitud 8 según Sismología, con epicentro en el mar muy cerca de Algarrobo.
Los muertos llegaron a 177, mientras que los damnificados rozaron el millón, esto de acuerdo a cifras gubernamentales. En la Región Metropolitana, muchas construcciones sufrieron con este terremoto, esto en sectores urbanos y también campestres, donde gran cantidad de edificaciones de adobe se vinieron abajo parcial o totalmente.
Así queda patente con este reportaje de TVN, donde además se comenta que se generaron varios incendios simultáneos, como en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Chile y en Liceo Alemán, ubicado en ese entonces en Antonio Varas.
Este video que recopila varios informes televisivos muestran cómo afectó este sismo en Santiago y también en otras regiones.
Otra construcción afectada fue la Basílica del Salvador, seriamente dañada con este sismo y que no ha sido reparada definitivamente después de 3 décadas de ocurrido el terremoto.
Basílica del Salvador | Juan du Mal en Wikimedia Commons (CC)
Siglo XXI
La situación de la basílica se agravó el 27 de febrero de 2010, cuando a las 3.34 y frente a las costas de Cobquecura en la Región del Bío Bío, se produjo el segundo sismo más poderoso del que se tiene registro en Chile, siendo superado sólo por el terremoto de Valdivia en 1960.
La magnitud fue de 8,8 y generó un tsunami que destruyó localidades costeras de la Región del Maule y del Bío Bío, además de afectar gravemente a Talcahuano, puerto militar más importante del país. Las olas también generaron destrucción en el Archipiélago de Juan Fernández.
Mientras en las zonas cercanas al sismo se vivía el desconcierto y muchos chilenos sufrían con la falta de información sobre el tsunami que se acercaba a las costas, en Santiago también había pánico. Esa madrugada, Radio Bío Bío informó de los daños que se apreciaban en la capital por el movimiento telúrico, gracias tanto a llamados de usuarios como a los periodistas de la emisora.
Iglesia de la Divina Providencia | Daniel Caselli | AFP
Por ejemplo, la Iglesia de la Divina Providencia, ubicada muy cerca de la radio en la comuna de Providencia, sufrió el desprendimiento de su campanario.
Al otro lado de la ciudad, el Aeropuerto Internacional de Pudahuel presentaba daños en su infraestructura, los que generaron la caída de una pasarela. El terminal aéreo debió suspender su operación por unos días.
En tanto, en una de las modernas carreteras urbanas que hay en Santiago también hubo daños. Hablamos de la autopista Vespucio Norte, que sufrió el colapso de cuatro pasos sobre nivel.
Vespucio Norte | Martín Bernetti | AFP
También hubo daños en otras construcciones antiguas de la capital, como casas, iglesias y también en el Museo de Bellas Artes, pleno Parque Forestal.
Martín Bernetti | AFP
Claudio Santana | AFP
Bellas Artes | Claudio Santana | AFP
A nivel habitacional, 480 inmuebles fueron declarados inhabitables por el Ministerio de Vivienda, según informó Ciper. Entre ellos habían casas, edificios, establecimientos educacionales, edificios comerciales y centros de salud.
Condominio Don Tristán | Martín Bernetti | Agencia AFP
Los casos más emblemáticos son los departamentos ubicados en la Villa Olímpica, en Ñuñoa, o el condominio Don Tristán de Maipú, que quedó inclinado tras el terremoto.
En esta nota de Chilevisión se aprecia cómo quedaron distintos edificios en la capital.
Mirando al futuro
Llama la atención que los últimos sismos de gran magnitud que han afectado a la Región Metropolitana no han tenido su epicentro precisamente en la zona. Esto podría tomarse como un motivo de preocupación considerando que Santiago convive con la falla de San Ramón.
Los académicos de la Universidad de Chile, Gabriel Vargas y Sofía Rebolledo, publicaron a inicios de 2015 una investigación en la revista Geology, la que fue replicada por BioBioChile. En ella se da cuenta que la falla está activa y que está lista para generar un gran terremoto.
Vargas aseguró a la revista que la fractura “ha generado por lo menos dos terremotos de magnitud 7,5 en los últimos 17 mil años, y el último ocurrió hace unos 8 mil años. Entonces, de acuerdo a estos antecedentes, la falla estaría lista para generar un nuevo terremoto de gran magnitud”.
Es sabido que Chile es un país de terremotos, debido a que está ubicado en pleno cinturón de fuego del Pacífico, por lo que la población ha escuchado no pocas veces que los sismos no son predecibles y que pueden ocurrir inesperadamente. O sea, el terremoto que provocaría la falla de San Ramón podría ocurrir mañana, en diez años o quizás no estemos para vivirlo. El llamado es a estar siempre preparado ante una emergencia y no olvidar que en cualquier momento la madre naturaleza nos puede recordar que nosotros no somos los que mandamos.
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